BIENVENIDOS

Muchas veces lo que observamos y escuchamos queda guardado, archivado u olvidado en algún lugar de nuestra memoria. Si pudiesemos registrar esas "pequeñas cosas" econtraríamos un mundo en el que los detalles, las coincidencias y las casualidades, cobran una curiosa e inquietante relevancia. Desde una vuelta manzana hasta una gran noche de lujuria, pasando por una desastrosa mañana de invierno, para terminar en un simple café. Todas las sensaciones van a intentar reflejarse en una mezcla de textos, opiniones y buena música.

La invitación está hecha y la imaginación ya empezó a volar.































































































































































































































































































































































































































































































































28 de junio de 2008

SIMPLEMENTE... LA SEÑORA MARTA

Se escucha el ruido de las llaves en la cerradura y con mucho cuidado alguien abre la puerta. Viernes a la tarde. Marta ingresa a mi departamento para dar fin a sus últimas horas de trabajo por esta semana. “Hola como estas… yo con mucho frío”. Esa es su primera reflexión cuando me cruza en la cocina. Marta Enriquez ayuda en las tareas de la casa hace más de 5 años. Cuando llegó por primera vez, tuvieron que pasar varios días para poder oírle el tono de su pausada y suave voz. De personalidad tímida y edad indescifrable (podría tener entre 40 o 60 años), esta señora siempre llevó adelante su casa ubicada en el barrio de Monte Grande, provincia de Buenos Aires. Separada hace un largo tiempo y madre de Cristian (20 años); su vida fue siempre de una constante lucha para que “nunca le falte nada” a ninguno de sus seres queridos. - A: “Acordate que hoy te voy a entrevistar eh… así que preparate por que en un rato vas a dar tu primera nota” (le comunico en tono risueño) - M: “No se si me animo, ¿lo vas a grabar?” Se va para el lavadero y empieza a separar diferentes prendas que en un rato va a meter en el lavarropas, Ahí recuerdo, que más de la mitad de las remeras que esta agarrando me pertenecen, así que decido retirarme antes que me mire con una cara cómplice que describa su “emoción” por la cantidad de ropa que hay. Todas las semanas Marta recorre diferentes departamentos de la capital, en los cuales desempeña sus tareas hace mucho tiempo. Evidentemente, se la puede considerar como “la persona de confianza” dentro de una casa. - A: “Básicamente vamos a hablar de lo que vos me contaste sobre tu viaje y tu acercamiento a la iglesia. La única diferencia es que esta vez lo voy a grabar para no olvidarme y retener lo que me cuentes” - M: “Esta bien, yo te voy a dar mi testimonio y te voy contar lo que para mi es Dios” (me lo comunica con una seguridad que mezcla las ganas de hablar y el entusiasmo por que otros conozcan su historia) Esta preparada. Me siento en la cocina a esperar que termine con el repulgue de una tarta de acelga y que la coloque dentro del horno, que ya encendido comienza a dar calor en el ambiente. Un segundo después me explica: “Voy a prender el lavarropas, así ya lo dejo funcionando”. Se sienta enfrente mío y riéndose con nervios me da el OK para que empecemos a hablar un rato de su vida. Específicamente, por el momento, sobre su vida junto a la iglesia. Su primer viaje a un pequeño pueblo de Santiago del Estero, hace cinco años. - A: ¿Como fue la primera vez que llegaste a Mailin? ¿Quién te lleva? - M: “Me invito una amiga. Yo fui por el hecho que era en Santiago y me lo tome como unas vacaciones. Al año siguiente paso lo mismo, pero esta vez me invito a unas termas que hay en ese lugar. También a mi me gustaba porque íbamos a bailar y era estar en el campo, en mi pueblo; en mis pagos (…) En el tercer año ya me fui sola, sin mi amiga de siempre, pero con un grupo de la iglesia. Al año siguiente, ya me fui sabiendo que me iba a operar, o sea fue cuando yo dije que tenía miedo de tener un cáncer o algo así. Ahí ya peregriné con fe, y realmente hoy doy gracias a Dios. En este quinto año que estuve allá (en mayo) mi vida es distinta. En mi operación todo me fue bien y… (Cuenta todo entre lágrimas) que mas le puedo pedir a Dios, si tengo salud, si mi operación me fue todo bien y no tengo cáncer”. Según sus palabras, el “Señor de los milagros de Mailin”, es Jesús en la cruz, y su llegada se celebra 40 días después de pascuas. Al parecer, el santo apareció en un árbol y fue encontrado por un campesino. “Desde aquella vez empezó a hacer milagros y hoy en día los sigue haciendo”. El calor del horno es cada vez mas intenso, la acelga comienza a desprender su aroma y el lavarropas empieza a cantar su clásica y monótona melodía una y otra vez mientras gira el disco con la ropa. -M: “¿Fuiste alguna vez a misa de sanación?” -A: “No, jamás. Contadas veces fui a la Iglesia…” -M: “En esas misas sanas. En mi viaje fui a una y ahí sane mis brazos, ahora los pude levantar bien arriba”. La miro con cara de desconfianza sobre lo que me esta contando y antes de que pueda pedirle alguna explicación o que me detalle un poco mas sobre esa experiencia, continua… -M: “El espíritu santo trabaja en frío y calor, yo sentí mucho calor, muchísimo calor y lloré. El llanto es sanación (…) después de mi operación empecé con todo esto, es como que ya estoy en la iglesia, persevere en la oración, en ir a la iglesia, ahí están los milagros que vos pedís y se dan…Así es Dios”. -A: “¿Sentís que ahora tenes una deuda con Dios, por todo lo que él te esta ayudando?” -M: “No es una deuda. A Dios siempre lo quise, pero nunca supe su palabra. Me sentí una ignorante por no saber su palabra… Ahora como hago seminarios y todo eso, es ahí cuando recibís mucha sanación interior, por que todos estamos enfermos del alma. Yo ahora me siento mas rejuvenecida, no se si vos te das cuenta en mi cara, antes estaba mas triste, tenia las ojeras… ahora me veo re linda (exclama con mucha ternura mientras se toca la cara). Para mi eso esta haciendo Jesús en mi vida y creo que lo va a seguir haciendo porque soy yo la que le estoy abriendo el corazón y lo estoy buscando”. Marta no mide más que 1,50 mts. La realidad es que tampoco se la puede ver mucho más alta. Generalmente se pasea por la casa, desde que llega hasta que se va, con unas ojotas azules que no colaboran demasiado. Sin embargo, su pelo enrulado describe una perfecta permanente ochentosa, que supongo que le dará un par de centímetros más a su figura. En nuestra charla, menciona muy seguido a los padres “carismáticos” que se encuentran en algunas iglesias. Rápidamente, explica que ellos hacen las misas mas alegres, con música y que usan solamente el nuevo testamento. Pero paradójicamente, en una de esas reuniones y ayudada por uno de los curas, “descubrió” un gran dolor que tenía guardado hace tiempo y que aparentemente nuca había podido sanar. Su madre la doy en adopción a sus abuelos cuando solo tenía tres años. -M: “Te cuento una cosa de mi mamá, porque es mi vida…la historia de mi abandono la supe de grande y cuando me fui un día la iglesia le comente a uno de los padres lo que me pasaba: “estoy angustiada, estoy separada, tengo un hijo, me crié con mis abuelos”. Ellos empezaron a buscar en el libro de sanación y me hicieron leer unas hojas. Ahí me entere que en el campo algunas mujeres toman yuyos para abortar cuando no quieren tener hijos, (levanta el tono de su voz) Eso es lo que había hecho mi mamá conmigo”. Se detiene. Entre lágrimas completa su historia. -M. “Yo siempre me pregunte ¿por que soy triste? Porque si tengo mi casa, tengo mi hijo, tengo salud,,, porque soy triste. Todo esto es lo que me esta mostrando Jesús ahora; son cosas que hay que saber perdonar y no tenerlas en el corazón. A mi mamá ahora la puedo ver a la cara, ahora puedo estar delante de ella…pude sanar esa herida”. La cocina ya esta totalmente invadida de un aroma que combina la suavidad de la acelga con la fuerte intensidad de la cebolla. En el lavadero, la manguera del lavarropas se encarga de desagotar el agua sucia y de concluir con sus últimas melodías mientras varias gotas golpean en la pileta. -A: - “¿Desde que fuiste a Mailin hasta hoy hubo un montón de cambios entonces?” -M: “Si muchísimo…Ahora por ejemplo puedo saltar (expresa con entusiasmo). Esta última vez que me fui lo hice. Fue igual que ustedes cuando están en "Domingo para la juventud", que se abrazan y empiezan a saltar. Ese día fue así…” (Se pone de pie, estira los brazos y con un salto empieza a corear) “Su-sa-na, Su-sa-na, Su-sa-na. Cuando me di cuenta estaba saltando, no podía creer lo que me estaba pasando. Nos empezamos a abrazar y saltar; la última vez que había saltado era cuando tenía 13 años masomenos”. Lo recuerda con mucha gracia, y unos segundos mas tarde me explica que Susana era el nombre de su coordinadora de grupo. Marta demuestra una gran facilidad para pasar de la alegría y la risa, a la angustia y el llanto. Solo habían pasado unos minutos desde aquellas carcajadas, posteriores a sus lentos y bajos saltos, cuando de repente esbozo una extraña reflexión que termino con lágrimas en sus ojos: “Hoy todo lo que me pasa es obra de Dios. No me puedo quejar de nada. Yo tengo un solo hijo y si me llegase a quedar sin él no me voy a enojar, al contrario, me dio mi hijo y si lo llevó… (Se quita los lentes y comienza a llorar) él sabrá por que. Yo creo que me va a dar la fortaleza para seguir adelante”. Silencio. Solo silencio. El grabador comienza a esforzarse para poder mover el pequeño cassette que tiene adentro, el lavarropas da su último suspiro antes de detener por completa su marcha y el horno nos avisa que hay una tarta que quiere ser retirada. Marta se levanta, se frota los ojos y se asoma al lavadero como custodiando que todo este en las mismas condiciones en las que ella había dejado ese lugar, antes de sentarse a hablar conmigo en la cocina. Apago el grabador y pongo a rebobinar los 45 minutos de cinta, como señal de que en ese momento había finalizado la “entrevista”. -A: “Bueno Marta, hablamos bastante y de varios temas eh” -M: “Si… Después puedo escuchar el testimonio que te di, quiero ver si dije algo incorrecto o que no tenía que decir, entendés”. -A: “No te preocupes, hablaste muy bien, pero si te deja mas tranquila después te lo hago escuchar y…” Interrumpe. -M; “La tarta” (exclama con los ojos abiertos)… esta hace como dos horas en el horno, se debe haber quemado”. Agarra un repasador, apaga el fuego y la retira con mucho cuidado. Al mismo tiempo decido irme para el cuarto cuando un grito me detiene: “Agu, Agu, veni a ver lo que paso con la pascualina”. Regreso rápido a la cocina y Marta con la bandeja en la mano exclama: “Que te dije que Dios siempre esta con nosotros, mira mira… la tarta no se quemo ni un poquito, esta perfecta. Es un milagro”. La miro fijo a los ojos y riéndome le contesto: “Marta, no empecemos otra vez. Por el amor de Dios te lo pido”.